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Todos preguntan:
¿Y dónde estará el
niño bendito?

Como una manera de mantener viva la escenificación teatral en torno a la infancia del Niño Jesús, nuestros pueblos andinos reproducen en el escenario de encumbradas montañas las tradicionales procesiones en torno a la Paradura y el Robo del Niño.

En la Paradura, el dueño del pesebre escoge una pareja de padrinos que tendrá a su cargo la repartición de las velas y la organización de todos los rituales.

Los padrinos levantan al niño sobre una tela de seda y conducen la procesión alrededor de la casa, de manera que esta primera caminata traiga bendiciones y abundancia. La procesión termina y se prepara la imagen, sostenida en el lienzo, para el momento de mayor fervor: el beso del Niño.

Finalmente se procede a “parar” al Niño en medio de la Virgen y San José. Ya el pequeño está levantado en su cuna, entre casitas de cartón, jardines de musgo y animalitos de anime.

El “robo” del niño también se realiza en estas fechas, aludiendo al pasaje bíblico de la desaparición de Jesús entre los doctores del Templo.

Con la ayuda de algunos conjurados, se roba la imagen del niño del pesebre. La preocupación agita a los dueños de la casa: ¿dónde estará el niño bendito?

Al fin se descubre el paradero del Niño y se organiza su búsqueda. La comitiva de niños se prepara. Los trajes identifican el papel de cada uno: San José, la Virgen, los Reyes Magos, algunos ángeles, doctores y policías.

Primero se anuncia la desaparición a través de los sencillos aguinaldos que arman la representación cantada de esta procesión.

La Virgen suplica de casa en casa, hasta que por fin el aludido confiesa después de la insistente súplica.

El llanto cede paso a la alegría. La comitiva se entusiasma y el culpable se coloca al final de la procesión en actitud arrepentida.

Finalmente, se procede a la celebración con una comida, que repone las fuerzas de los cansados viajeros, ahora reconfortados por el feliz encuentro.

Paren este niño,
párenlo ligero,
que llegó el momento
de subirlo al cielo.

Miren al niñito
como está paseando,
San José y la Virgen
lo están aguardando.

Mi hijo se ha perdido
¿dónde podrá estar?
lloro inconsolable
tenedme piedad.

Pues qué conmovido
con llantos estoy,
abriré la puerta,
daré al Niño Dios.

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