Todos preguntan:
El “robo” del niño también se realiza en estas fechas, aludiendo al pasaje bíblico de la desaparición de Jesús entre los doctores del Templo.
Con la ayuda de algunos conjurados, se roba la imagen del niño del pesebre. La preocupación agita a los dueños de la casa: ¿dónde estará el niño bendito?
Al fin se descubre el paradero del Niño y se organiza su búsqueda. La comitiva de niños se prepara. Los trajes identifican el papel de cada uno: San José, la Virgen, los Reyes Magos, algunos ángeles, doctores y policías.
Primero se anuncia la desaparición a través de los sencillos aguinaldos que arman la representación cantada de esta procesión.
La Virgen suplica de casa en casa, hasta que por fin el aludido confiesa después de la insistente súplica.
El llanto cede paso a la alegría. La comitiva se entusiasma y el culpable se coloca al final de la procesión en actitud arrepentida.
Finalmente, se procede a la celebración con una comida, que repone las fuerzas de los cansados viajeros, ahora reconfortados por el feliz encuentro.
Paren este niño,
párenlo ligero,
que llegó el momento
de subirlo al cielo.
Miren al niñito
como está paseando,
San José y la Virgen
lo están aguardando.
Mi hijo se ha perdido
¿dónde podrá estar?
lloro inconsolable
tenedme piedad.
Pues qué conmovido
con llantos estoy,
abriré la puerta,
daré al Niño Dios.
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