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La Virgen de
Palosanto

La Virgen de Palosanto
va camino al pesebre,
la Virgen de Palosanto,
soñando un Jesús de nieve.

La vara en flor del Patriarca
cuenta el prodigio a la gente,
la vara en flor que en el puño
de mano blanca florece.

La Virgen de palosanto
marcha a Belén con su suerte;
se la sopló en los oídos
el ángel de las mujeres;
ya en su madera le tallan
hermoso mundo en relieve;
ya con la luz de la tarde
se saca un barniz de aceite;
ya la cantan los canarios
que está emplumando el poniente,
y los pericos chillones
de los malojos silvestre.

La Virgen de Palosanto
ya corta ilusiones verdes,
y se va por el camino
soñando un Jesús de nieve.

En la noche, anochecida,
por el establo se mete;
crudas tinieblas ahonda
su palosanto luciente.

Auroras de susto rasgan
cuatro pupilas de bueyes
a repentinas quejumbres
que en el establo se encienden,
como sembrando las sombras
de clavellinas ardientes.

Ella no tendrá aureola
ni tampoco tendrá reyes;
la Virgen de Palosanto
tiene su Jesús de nieve.

Y para ver el prodigio,
por el limonar se mueven,
ordeñadores de plata
que lucen, como presente,
la camaza de la luna
que está rebosando leche.

UN POEMA ESCRITO POR

Jacinto Fombona Pachano
y publicado en su obra Virajes, del año 1932.

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